Contrarreloj en la cola

Ayer me comporté infantilmente en una cola porque una niña de ocho años se me adelantó y quería pasar primero. Consciente de su ventaja, me observaba fijamente con una sonrisa pícara y desafiante :”mírame, llegaré antes que tú a la meta”, parecía regodearse con su bicicleta roja. Le faltó sacarme la lengua.

Sobrepasó a cuatro ciclistas y le decía a su papá con la mirada “ven, estoy abriendo el camino para nosotros. ¿No estás orgulloso?”. Yo pensaba que él y su hermano aprovecharían la astucia de la niña rubia (pero esto no es Colombia).

Era una fila para registrar la bicicleta con la Policía -si me roban alguna vez la cicla, en teoría será más fácil recuperarla-. Ya me había mal acostumbrado a los 12 ó 16 grados de los últimos días y estar a 7 grados con sensación térmica de 5 o menos era revivir el otoño. Por eso no quería cederle el turno a ella o su familia después de una hora y media de espera.

Le comenté en inglés mi disgusto a mi novio, que llegaba a acompañarme. Y un segundo más tarde, el papá le indicó a S., la chiquilla, que no debía adelantarse, que la mujer (¿yo, otra persona a la que sobrepasó?) iba primero. Se lo dijo dos veces, y ella seguía intentando colarse. Hasta el último minuto pensé que la policía me pediría cederle el paso porque “es una niña”.

Aquí la gente no se cola como en Colombia en los supermercados o en TransMilenio. Pero sí existe un pasado de filas largas y aprovechados: durante el Comunismo, dicen, se podía esperar en la cola hasta 20 horas, era posible pagarle a alguien por hacer esa tediosa tarea y los vivos conseguían entrar sin esfuerzo. En el minuto 22:40 de Miś, una película polaca de 1981, se retrata a un colado:

Sin embargo, subirse a las flotas polacas sí es similar a abordar un bus de TransMilenio. No hay orden: el grupo se aglomera frente a la puerta y hay que buscar la forma de abrirse camino entre maletas y espaldas grandes.

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Alguien subió un video a internet criticando las pancartas de un centro comercial en las cebras peatonales. El título del contenido era “Publicidad absurda en Breslavia”. Pensé en el mismo tipo de publicidad que tenemos a veces en Bogotá. Quería publicar el video, pero fue removido. Abajo, la foto de los avisos:

dominikanska
Tomada de internet